Descartan a casi la mitad de aspirantes a ser juzgadores tras primer filtro

Descartan a casi la mitad de aspirantes a ser juzgadores tras primer filtro

Casi la mitad de los aspirantes a ocupar puestos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se han quedado en el camino, pero no se preocupen, que los nombres que avanzaron a la siguiente fase son dignos de una telenovela judicial. Según los resultados de los comités de evaluación de los poderes Ejecutivo y Judicial, entre los afortunados que siguen en la contienda se encuentran personajes de renombre, como la hija de la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, Paula María García Villegas; la exprocuradora Marisela Morales, y Roberto Gil Zuarth, exsecretario de Felipe Calderón. Es como una especie de «herencia política», pero con toga y maletín.

El Poder Judicial, en su infinita sabiduría, ha reducido el número de aspirantes de 3,805 a 1,046, mientras que el Poder Ejecutivo recibió 18,447 solicitudes y, como en un gran sorteo de elegibilidad, solo 11,014 pasaron al siguiente nivel. Un verdadero filtro de calidad, ¿verdad?

Pero tranquilos, que en la segunda etapa no sólo avanzaron los favoritos del destino, sino también algunos perfiles que son todo un clásico de la política mexicana. Entre los nuevos candidatos se encuentran cercanos a AMLO, exdiputados y exfuncionarios del sexenio calderonista, y hasta exconsejeros electorales. Es como un club de amigos, pero con toga y poder.

Uno de los nombres que destaca es el de Paula María García Villegas, hija de la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, quien sigue los pasos maternos para llegar a la Corte. Después de todo, ¿qué mejor manera de asegurar un lugar en el sistema judicial que tener un «pase directo» de mamá? Y si pensabas que la cosa no podía mejorar, pues aparece también Marisela Morales, exprocuradora durante el sexenio de Calderón, que ahora busca un asiento en la Suprema Corte, acompañada de Roberto Gil Zuarth, ese gran amigo del PAN que también quiere su parte en el pastel judicial.

Y no se detiene ahí: Bernardo Bátiz, consejero de la Judicatura Federal y exfiscal de la Ciudad de México, también ha lanzado su candidatura para ocupar un puesto en la Corte, al igual que María Estela Ríos González, exconsejera jurídica de la presidencia. ¡Cuántos conocidos del presidente! Es como si el comité hubiera lanzado una convocatoria exclusiva para la familia y los amigos del círculo político más cercano.

Para aquellos que pensaban que los lazos familiares no bastaban, también avanzaron figuras como el exconsejero electoral Jaime Fernando Cárdenas, y la magistrada Magda Zulema Mosri, esposa del exprocurador Rafael Macedo de la Concha. Es como si todos estuvieran participando en una especie de «reality show» judicial, donde la familiaridad y los contactos son más importantes que los méritos.

Y no podemos olvidarnos de la ministra Lenia Batres Guadarrama, quien, aunque no apareció en la lista del Poder Ejecutivo, tiene su «pase automático». Claro, ¿por qué preocuparse por competir cuando tienes un pase directo al éxito judicial? El poder, al parecer, no necesita validación, solo influencia.

Mientras tanto, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), el sobrino de la diputada Sánchez Cordero, Jorge Emilio Sánchez Cordero Grossmann, también se presenta como candidato para ser magistrado. Un aplauso para la familia, que no solo se lleva la corona política, sino que también se asegura un lugar en los tribunales.

Y en el Tribunal de Disciplina Judicial, destinado a investigar a jueces y personal corrupto, también hay lugar para las caras conocidas, como la excandidata de Morena a la gubernatura de Querétaro, Celia Maya García, y la hija de Bernardo Bátiz, Susana Bátiz. Como si la reforma judicial se tratara de una especie de «herencia» institucional, donde todos se van pasando el bastón de mando entre ellos, sin importar lo que pase en el camino.

Así que, mientras la lista de aspirantes se recorta y la competencia se intensifica, lo único que queda claro es que el proceso judicial de 2025 es, en realidad, un gran desfile de personajes conocidos, cuyas conexiones políticas parecen ser mucho más valiosas que los méritos reales. ¡Y así, entre favores, amistades y pases automáticos, se decide el futuro judicial del país!

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