RAZONES PARA NO VOTAR EN LA ELECCIÓN JUDICIAL

RAZONES PARA NO VOTAR EN LA ELECCIÓN JUDICIAL

La elección judicial que está por realizarse no es el avance democrático que muchos proclaman. Es, en realidad, la fachada de una demolición institucional cuidadosamente orquestada, disfrazada de participación popular. Lejos de fortalecer al Poder Judicial, lo vulnera, lo expone y lo somete. Esta nota no pretende imponer una postura, sino compartir las razones, personales y colectivas, por las que no participar en este proceso se ha vuelto un acto de defensa democrática.

Una reforma mal concebida

La reforma al Poder Judicial no es la respuesta adecuada para mejorar la justicia en México. Si bien era urgente erradicar la corrupción, el nepotismo y profesionalizar a este poder, el camino elegido fue el del desmantelamiento, no el de la transformación.

El verdadero foco del problema no está en los jueces, sino en los ministerios públicos y policías de investigación, donde reina la corrupción cotidiana. A pesar de ello, las fiscalías no fueron tocadas. La atención se centró en los jueces —que no investigan, solo juzgan con base en las carpetas— y se olvidaron otros ejes del sistema de justicia como las cárceles, dominadas por autogobiernos criminales, o la falta de defensas para los más pobres.

En los juzgados federales, las malas prácticas eran menos frecuentes. Y en tribunales colegiados, la colegiación limitaba los abusos. No era un sistema perfecto, pero sí perfectible. Hoy, en cambio, se optó por destruirlo todo para imponer un modelo opaco y controlado por el poder político.

Razones para no votar

1. Porque no se respetan ni las reglas ni el juego
El proceso ha sido un caos legal. Las reglas cambiaron sobre la marcha, las convocatorias fueron contradictorias y los requisitos variaron según el comité de origen. No hay certeza, ni técnica legislativa, ni voluntad de hacer las cosas bien.

2. Porque se sacrificó la transparencia
El sistema electoral que conocíamos —con actas públicas, PREP, conteo rápido, vigilancia ciudadana— ha sido desmantelado. Ahora no habrá nada de eso. Votar en este contexto es hacerlo a ciegas.

3. Porque no todos los votos valdrán igual
La geografía judicial distorsiona el valor del sufragio. Algunas zonas están sobrerrepresentadas, otras silenciadas. Se impone la paridad desde arriba, no desde los órganos de nominación, afectando la libertad del elector.

4. Porque no hay forma confiable de impugnar
El Tribunal Electoral se ha vuelto un defensor del oficialismo. Ha ignorado quejas sin argumentos sólidos y ha permitido la intervención ilegal de servidores públicos en la campaña.

5. Porque los jueces no deben hacer política
La imparcialidad no nace del aplauso. Pedirle a un juez que haga campaña es exigirle que renuncie a su autoridad jurídica. Convertir su elección en un espectáculo es desvirtuar la función judicial.

6. Porque esto no mejorará la justicia
Pensar que esta elección resolverá la corrupción, la impunidad o la burocracia judicial es ingenuo. La reforma no toca lo que debe y golpea lo que funcionaba. Es más forma que fondo.

7. Porque esta elección es una mentira disfrazada de democracia
No hay debates. No hay garantías. El INE instalará la mitad de las casillas, no revisó los perfiles de los candidatos, no inutilizará boletas sobrantes, y permitió el conteo en distritos sin representantes ciudadanos. El resultado: votos que no valen lo mismo, ausencia de vigilancia, y resultados ya publicados antes de la jornada electoral. Todo, avalado por el TEPJF, sabiendo que se violan derechos fundamentales.

No es solo política: es la demolición de la República

Muchos sospechan que esta reforma fue una venganza del presidente López Obrador contra la SCJN por haber invalidado varias de sus reformas. Con un INE debilitado y un Tribunal Electoral corrompido, se consumó una reforma que habilita un régimen autocrático. La República, como equilibrio de poderes, ha desaparecido.

Hoy no hay espacio para el disenso. No hay crítica tolerada, ni oposición respetada. La política democrática ha sido sustituida por el monólogo del poder. La confrontación ha sustituido al acuerdo.

Claudia Sheinbaum pudo frenar esta reforma en distintos momentos. No lo hizo. Tampoco se aseguró de dotar al INE de recursos para una elección inédita. Prefirió acelerar los tiempos, sin debates, sin garantías, sin responsabilidad.

¿Qué viene después?

Muchos demócratas decidimos no votar. No por apatía, sino por conciencia. Porque no se cumplen las reglas mínimas para un proceso democrático, porque no validaremos con nuestro voto una elección fraudulenta. Sabemos que en 2027, los jueces elegidos ahora determinarán los resultados de las elecciones federales. Y no habrá quien los detenga.

Mientras tanto, avanzan otras iniciativas autoritarias: la Ley de Telecomunicaciones, la llave.MX de simplificación administrativa, y las reformas a la Ley de Seguridad Pública. Todas orientadas a vigilar, controlar y silenciar a los ciudadanos, vulnerando su privacidad y libertad de expresión.

¿Y si decido votar?

Existen voces respetables que llaman a participar, a elegir a los mejores perfiles dentro de lo disponible, a no dejarle todo al gobierno. Citan ejemplos como Nicaragua o Venezuela, donde no votar fue ceder todo. Proponen un voto crítico e informado, para al menos conservar algo de contrapeso dentro de este nuevo sistema judicial.

Pero incluso entre quienes promueven el voto, reconocen que esta elección no cumple con lo que debería. El dilema no debería existir en una democracia sana. Y sin embargo, aquí estamos: ante una elección que, gane quien gane, fortalece el autoritarismo.

Conclusión: no es pesimismo, es realismo

¿Soy pesimista? Tal vez. Pero prefiero alzar la voz que entregar mi conciencia en una boleta. Me gustaría ayudar a mi país a construir un futuro democrático, pero no se me escucha. Lo único que puedo hacer hoy es compartir estas verdades, duras pero necesarias.

Votar o no votar: tú decides. Solo asegúrate de entender a qué estás diciendo que sí, si decides participar.

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