El Comité Olímpico Mexicano rechaza usar el avión presidencial para llevar a los atletas a los Juegos Olímpicos de Tokio

EL director del Comité Olímpico Méxicano (COM), Carlos Padilla, ha rechazado la oferta del secretario de Hacienda, Arturo Herrera, de usar el avión presidencial para llevar a los atletas mexicanos a los Juegos Olímpicos de Tokio, que se celebrarán este verano. Padilla ha agradecido “mucho” la oferta, pero ha explicado que el comité ya tiene boletos de avión con una aerolínea japonesa y que, además, la logística “es muy complicada” debido a las pandemia de la covid-19.

“Agradecemos mucho el ofrecimiento que hizo este día el Secretario de Hacienda para usar el avión presidencial, pero nosotros ya tenemos confirmados boletos de avión con una aerolínea japonesa y además la logística para un vuelo de esta naturaleza es muy complicada por toda esta situación de la covid-19 y las medidas sanitarias que está implementando Japón”, ha dicho Padilla, según recoge el periódico Reforma.

Mientras la venta del avión presidencial mexicano, símbolo del derroche de pasados gobiernos, no llega a concretarse, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador había decidido utilizarlo para transportar a los atletas olímpicos que participarán en Tokio 2021. Así lo confirmó este lunes el secretario de Hacienda, quien ha comentó a la prensa que la aeronave se encuentra en California para darle mantenimiento antes del viaje de este verano.

El secretario de Hacienda explicó que el mantenimiento de la aeronave se ha adelantado “un poquito” para que esté en las mejores condiciones y pueda transportar a los deportistas este verano. Aunque el presidente ha mencionado vagamente que existen un par de supuestas opciones de compra, estas no se han materializado y el avión sigue gastando dinero del erario. Pese a todo, López Obrador insiste que es mejor tener el avión parado que utilizarlo y que con ello su Gobierno ha conseguido ahorrar 300 millones de pesos.

El avión TP-01, un Boeing 787-8 Dreamliner, conocido con el nombre de José María Morelos y Pavón, fue comprado en 2011 por la Administración de Felipe Calderón y utilizado por su sucesor Enrique Peña Nieto en los múltiples viajes que hizo al extranjero. Lo que parecía una operación sencilla, similar a vender un seminuevo, se ha convertido en uno de los mayores quebraderos de cabeza de López Obrador. López Obrador se niega a utilizarlo, pero vender una aeronave de tal envergadura y precio no ha sido empresa fácil. Mientras tanto, el actual presidente ha preferido moverse en vuelos comerciales.

En 2018 el presidente se comprometió con sus votantes a dar salida a la aeronave y utilizar el dinero para beneficio de todos los ciudadanos. El gesto marcaba la pauta sobre las políticas de austeridad que ha mantenido su Gobierno. “No me voy a subir al avión presidencial, no voy a ofender al pueblo de México. Ese avión costó 7.500 millones de pesos (218 millones de dólares)”, afirmó el presidente y aseguró que vendería el aparato. Casi tres años después el avión sigue sin venderse en un hangar, mantenido con dinero público.

El pasado 19 de mayo la UNOPS, una agencia de la ONU especializada en logística anunciaba que será la encargada de encontrar un comprador para el polémico avión. El precio de salida será de 2.286 millones de pesos [115 millones de dólares] y se espera que la negociación esté cerrada en unos cuatro meses. El secretario Herrera también hizo referencia a esta situación. Lejos de tener ya a un comprador, el proceso todavía está en negociaciones. “Se acaba de iniciar un proceso de compra, se están abriendo las posturas. Justo el mantenimiento es lo que ayuda a determinar cuál es el astado actual y eso es lo que va a determinar los precios base sobre lo cual se va a empezar a discutir”, ha señalado.

Antes de optar por la UNOPS, las autoridades mexicanas hicieron varios intentos de deshacerse del avión por su cuenta. Todos ellas fallidos. Incluida una rifa el pasado septiembre de 2020, en la que se vendieron boletos de lotería para devolver a las arcas públicas parte de lo que había costado el mantenimiento todos estos años que había estado parado. El Gobierno se gastó solo en mantenerlo en un aeropuerto de California 1,5 millones de dólares.

Información El País

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