Raquel Buenrostro estuvo a cargo de comprar medicamentos y no realizó la compra

¿Sabrá alguno, de los involucrados en el tema, el dolor que vive una familia que tiene la desgracia de que su hijo enferme? Si estuvieran conscientes de esta tragedia, desde que la mentada Raquel Buenrostro estuvo a cargo de comprar las medicinas, por órdenes directas del tlatoani, habría hecho el pedido, salvavidas. A ninguno de los subsecuentes parece haberle importado.

Una mentira más: “el viernes tendrán los hospitales, los medicamentos oncológicos para sus niños”. Les vuelven a fallar las autoridades a los dolientes padres, que ya no saben con quién acudir, a quién implorar la ayuda que este Régimen les niega.

¿Sabrá alguno, de los involucrados en el tema, el dolor que vive una familia que tiene la desgracia de que su hijo enferme? Si estuvieran conscientes de esta tragedia, desde que la mentada Raquel Buenrostro estuvo a cargo de comprar las medicinas, por órdenes directas del tlatoani, habría hecho el pedido, salvavidas. A ninguno de los subsecuentes parece haberle importado.

El desastre en la adquisición de medicamentos es patético. Las carencias están presentes en los servicios públicos de salud, desde las elementales gasas hasta cualquier fármaco. Los relatos de estas víctimas de la “transformación” ofenden, afligen e indigna la despreocupación de ver que, quien desde las mañaneras se dice “humanista”, sea tan negligente en su prioritaria responsabilidad.

Desmantelaron la eficiente red de distribución. Denostaron a compañías farmacéuticas, tachándolas de corruptas, sin que jamás se diera prueba alguna. Se decidió concentrar la compra en una Secretaría de Hacienda, como es lógico y fuera de sus atribuciones, ignorante del mecanismo para estas adquisiciones. Las consecuencias han sido nefastas.

Luego se encargó la compra a un organismo de Naciones Unidas, que ha resultado un fracaso. Se desmanteló también, al Seguro Popular, paliativo que fue de enorme ayuda para gruesos sectores. Se creó el elefante blanco del INSABI, el que hasta ahora, ha sido incapaz de dar un paso, en manos de un ¡antropólogo!.

El que dice que no es nepotista, ni permite el amiguismo ni las influencias por compadrazgos o cuatachos, infesta la administración con sus secuaces y allegados, a extremos de elevar a niveles jerárquicos inconcebibles, al personal de su ayudantía (¡Sí, a los que le cargan el plato de tlatayas, o como se llamen las fritangas que, a todas horas, zampa!).

Así llegó a este Instituto de Salud y Bienestar, el cacareado antropólogo, con buena fama en su campo de trabajo, pero nulo en las cuestiones que definen una parte tan importante de la vida de todos: la salud.

En vista de que, el emperador ya sintió el rechazo de los ahora repudiados clasemedieros, dispone que, los hospitales que deberían estar bajo la férula del INSABI, pasen al Seguro Social. Lo que no ve es la carga que supone para éste, de por sí rebasado y también lleno de carencias.

¿Y la Secretaría de Salud? Sus nosocomios en las mismas, en vista de los recortes al presupuesto y la austeridad. El doctor Figueroa, al frente, tirando por la borda su prestigio de años, incapaz de comandar al sector.

Un individuo despreciable –López Gatell-, a la cabeza del desastroso combate al COVID, dice que los padres de los niños con cáncer son parte de un complot internacional golpista. ¡De locos! Habría que exigir su renuncia

No hay responsables de nada –como con la reciente tragedia de la Línea 12, a pesar de que, al fin se renunció a su directora, la tal Florencia Serranía-. La impunidad de los hasta delincuentes funcionarios de esta 4T, es inaudita.

¿Habrá forma de que se compadezcan de los dolientes pequeños, a los que les urgen sus medicinas? ¡Clama al cielo!

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