Sabina Berman, usted es ‘chaira’ de ocasión

Siempre he sostenido que la Cuarta Transformación no existe, sino que es meramente un recurso retórico engañabobos para inventar una falsa gesta, una épica simulada con miras a consolidar un gobierno autoritario.

Pero hay que admitir que, al menos en lo que se refiere a Sabina Berman, en cuanto AMLO llegó al poder, ¡zas! el mágico, casi que milagroso cambio tuvo lugar, puesto que la brillante dramaturga, buena escritora y hábil entrevistadora se tetratransformó hasta convertirse en una “chaira feliz”.

Quién iba a decir que la misma mujer que en el año 2012 entrevistó al Andrés Manuel López Obrador candidato usando frases duras y despectivas es la misma que, diez años después, escribe lacrimosas piezas de propaganda como Paco y Claudio X., la cual analizó y reseñó admirablemente mi compañera Angélica Recillas (Se puede leer AQUÍ).

Este 25 de agosto, Berman respondió a un tuit de mi compañera y amiga Alejandra Escobar, subdirectora general de Etcétera. En dicho tuit, que puede verse aquí, se exhibe una fotografía de 2012, en donde Berman y Katia D’Artigues posan felices junto a Enrique Peña Nieto.

¿El contexto? El aniversario del programa Shalalá, el mismo donde se entrevistó al entonces gobernador del Estado de México y se le hicieron llover globos de corazones.

En respuesta al tuit de Alejandra Escobar, Berman de inmediato acudió a la ofensa y descalificación, llamándola “lerda” y de bajo IQ y al tiempo, justificó aquella lluvia de corazoncitos al afirmar que se hizo de manera irónica.

Berman replicó que la entrevista con Peña era parte de las muchas que realizaba a personajes relevantes de la vida política.

Sí, señora, sabemos de los numerosos actores que desfilaron por el estudio de Shalalá durante los años en que trabajó usted para Ricardo Salinas Pliego.

Pero el motivo de la crítica no es la entrevista per se, sino la modalidad de la misma.

Mientras que sobre Peña Nieto llovieron corazones —y luego, usted le preguntó si él y la Gaviota “andaban”, llevando luego la conversación a temas ligeramente incómodos para su entrevistado— la entrevista con AMLO comenzó agresivamente con un “¿Quién demonios quiere privatizar Pemex?”.

Pasaron seis años y ¡ups!, ese señor medio fuera de sus cabales que usted criticó por hablar y hablar y sospechar privatizaciones se volvió presidente. “Es hora de hacerse chaira”, reflexionó, seguramente.

Pero, volviendo a la fotografía con Peña Nieto, cabe señalar que, en la extensa galería que de esa fiesta puede consultarse en el sitio web de la revista Quién, aparecen las fotografías de muchos personajes influyentes de aquellos años. ¡Incluso estaba Manuel Bartlett! Pero no, AMLO no acudió. No sabemos por qué.

Ahora, en el sexenio de Peña Nieto nada, repito, nada, indicaba que usted fuera afín al proyecto de Obrador. Ni lo apoyó cuando estaba en el PRD, ni cuando se salió para fundar Morena, ni tampoco cuando hablaba de la “República amorosa”.

Algunos años antes (en 2006)  no salió a gritar (como sí lo hizo Elena Poniatowska) eso de “Voto por voto, casilla por casilla”, ni proclamó (antes del triunfo) que “Por el bien de todos, primero los pobres”.

Como dije arriba, la transformación de cuarta la alcanzó hasta que era obvio que AMLO sería presidente.

Tengo muchas diferencias, casi todas ellas irresolubles, con el proyecto político del presidente y sus afines. Pero respeto la congruencia de aquellos que acompañaron a AMLO desde que no era nadie (o casi nadie) y ahora, vulgares ambiciosos como son, saborean las dulces mieles del poder.

En cambio, poco respeto me merece una persona que se contorsiona para caber en la foto. Son muchísimos (y eso será la ruina de Morena, pero eso es otro tema): levanta uno una piedra y salen diez. Usted es uno de ellos.

Pertenece, además, a la misma categoría de personajes como Jorge Zepeda Patterson: critican suavecito a AMLO para fingir independencia, mientras apoyan con su mejor retórica el núcleo duro de su proyecto autoritario.

El objetivo es doble, a mi modo de ver.

Uno: de esa manera usted mantiene la puerta abierta para un posible futuro donde la 4T haya fracasado y dos, alimenta la ilusión de que este gobierno impulsa y respeta (como nunca) la libertad de expresión y de prensa.

Usted es una comunicadora hábil. Una dramaturga brillante. Pero también es acomodaticia. Tan acomodaticia que, en cuanto AMLO llegó al poder, mágicamente se volvió “chaira”.

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